domingo, 17 de agosto de 2014

Y el ojalá se hizo realidad


La distancia es un libro que nadie quiere leer, algo que queremos dejar atrás o tirar a la basura. A día de hoy sigo pensando eso, pero también pienso que sí, la distancia es un obstáculo para muchas cosas, pero tú me has demostrado que a pesar de ello no hay que echarlo todo a perder.

Y es que cuando contacté con la gente de Madridejos (que no contigo porque aún no tenías tuenti), me ilusioné primero, pero luego me di cuenta de que aunque no me gustara reconocerlo, nos separaban muchos kilómetros y más de una hora de viaje. Así que me limité a hablar con ellos de vez en cuando y a decirles que no sabía cuándo iría.

Y así pasó un año. Nada del otro mundo. Todo como siempre. Hasta que un día me salió en “gente que quizá conozcas” una tal Alis Blue que vivía en Madridejos. Pregunté y me dijeron que eras tú, la que ibas conmigo a clase cuando apenas teníamos 3 años. Te mandé la petición (siento ser tan sincera) por la cosa de tener amigos en tuenti más que por querer hablar contigo.

No me acuerdo muy bien cómo surgió todo (y por lo que me dices tú tampoco). Sólo sé que poco a poco me di cuenta de que lo que había empezado haciendo ‘click’ en el botón de “añadir amigo” estaba siendo algo más que unos cuantos mensajes de chat o de ‘privados’.

Y así fue, cuando por fin tuviste WhatsApp, cambiamos el tuenti por aquel novedoso chat.

Y de eso hace ya cuatro años. ¡Cómo pasa el tiempo! Eso sí, cuatro años que han merecido la pena. Entre otras cosas porque si no hubiésemos esperado estos años, probablemente no estaríamos ahora juntas.

Porque gracias a ti me he dado cuenta de que el “juntas pero separadas” y el “creo que hemos madurado juntas” son posibles, no son simples frases de películas que cuando la ves piensas que eso es mentira. Y cuando yo me echaba atrás, siempre estabas y estás tú para darme un empujoncito.

Dices que doy buenos consejos, pero, ¿sabes por qué? Pues en parte porque tú me animas a hacerlo, me ayudas a quitarme el miedo que me da tirarme a la piscina de los sentimientos, porque joder, es una piscina olímpica de competición.

Puede que no estemos de acuerdo en todo (y doy gracias a Dios porque no sea así), pero tanto tú como yo respetamos las opiniones de la otra, y eso es algo que, sinceramente, agradezco. Porque ya estoy un poco harta de que se nos prive de nuestra libertad. Pero tú haces justo lo contrario. Tú casi que me obligas a decir lo que pienso. Por eso me gustaría darte las gracias por haber hecho real algo que mucha gente cree imposible, una amistad ‘virtual’.

También quería pedirte perdón por las veces que no he estado ahí cuando más lo has necesitado. Porque aunque tú siempre insistas en que nunca te he fallado, créeme cuando te digo que sí lo he hecho. La mayoría de las veces ha sido por pereza o vaguería, pero es que esas dos palabras no valen con los amigos, porque si de verdad te importa una persona dejas de hacer lo que estés haciendo para atenderla y volcarte completamente en ella.

Y dejando a un lado todo esto, quería pedirte una cosa, un favor. Y ese favor es que disfrutes de este día como si fuese el último. Porque no todos los días se te va a presentar la oportunidad de pasear por las calles de Madrid.

Alicia, uno de tus sueños se está haciendo realidad. Ojalá pudiese hacer como en la película de ‘Un paseo para recordar’ (que no sé si la habrás visto) y hacer que todos sueños se hiciesen hoy realidad, pero va a ser imposible, lo siento. Al menos he conseguido que uno (o dos, depende de por dónde lo mires) se cumpla.

Y ahora, voy a hacer caso a Walt Disney cuando dijo que: “La manera de empezar es dejar de hablar y empezar a hacer.”
Así que ánimo, que tenemos casi seis horas por delante y mucho que hacer y que ver en la capital de España.

Att: tu madrileña. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario